Queridos amigos,
Hoy, mis palabras no buscan adentrarse en las turbulentas aguas de la política, sino evocar los recuerdos de una juventud vivida en Chiclayo, en José Leonardo Ortiz. Aquel lugar donde mi corazón aprendió a amar, donde crecí y donde tuve el privilegio de llamarlos amigos durante cinco inolvidables años.
Reflexionando sobre aquel tiempo, me doy cuenta de una dura verdad: vivíamos marginados, casi como si fuéramos de otro mundo, privados de la belleza de una vida justa, abundante y cómoda, mucho menos lujosa. La discriminación fue una sombra constante.
Sin embargo, en medio de esa realidad, conservo recuerdos imborrables de chupetes de coco bajo un cielo polvoriento, de un ceviche de toyo acompañado de frijoles y chicha, momentos únicos que marcaron mi vida. Al conocer otros mundos, no pude evitar desear que ustedes también hubieran experimentado esas maravillas.
Me resulta incomprensible cómo, a pesar de conocer las grandezas de lugares como Estados Unidos y Europa, muchos eligen no replicar esas experiencias en nuestra tierra natal. Considero un acto de injusticia no brindar a las nuevas generaciones la posibilidad de una felicidad plena. Es un crimen contra el futuro, un estancamiento inaceptable cuando nuestro país tiene los recursos para invertir en su propio desarrollo.
Cómo evitar hablar de política cuando es la realidad la que nos rodea, instándonos a tomar acción por el bien de nuestros hijos, nietos y las generaciones venideras. Hemos perdido mucho, pero aún podemos dejar un legado de esperanza.
Es hora de alzar la voz, de luchar no solo por nosotros, sino por el futuro de nuestros descendientes. No nos dejemos engañar por aquellos que, bajo la fachada de la lucha social, disfrutan de una vida de lujos a costa de nuestro futuro.
No se dejen seducir por falsas promesas. Es crucial que salgamos a las calles, que enfrentemos esta realidad, pues desde la comodidad de nuestros hogares, poco podemos cambiar.
Actualmente, enfrentamos a aquellos que se esconden detrás del poder, pretendiendo luchar por nosotros mientras viven en la opulencia. Es un cuento viejo, y ya es hora de cambiar el guion.
Con fe y esperanza, los insto a reflexionar y actuar. Que Dios nos guíe y proteja en esta lucha.
Con afecto y solidaridad,
Su amigo siempre.
Jose Galvez